Todos los caminos conducen a ti

Levantas la mirada y ahí estoy.

Miras a la izquierda y ves mi brazo derecho.

Giras al derecho y es mi mano izquierda la que asoma.

Cuando menos lo esperas, estoy cerca a tu espalda o simplemente viéndote fijamente.

Llegas a un lugar y aún está presente mi particular aroma.

Te vas de alguno, y de seguro mencionan mi nombre.

Entre pasillos está el corrillo que he sutilmente creado.

Y es por eso que de repente, empiezas a ver, que en cuanto estás, estuve, estoy o estaré.

Tal vez sea una premonición o preparación para ese futuro en el que, día a día, en la mañana al abrir tus ojos, también esté allí, cuando me vaya aún mi aroma permanezca y mis brazos sean tu refugio seguro.