Muralla China: Episodio2: Silencio

Las mañanas han sido como lo creí en mi pensamiento anterior: maravillosas.

Las tardes han sido como lo predije en mi escrito anterior: maravillosas.

Las noches han sido como las sentí en mi carta anterior: maravillosas.

Y esto ha sido porque no ha habido mañana, tarde o noche en la que no haya pensado en ti.

Aun así, encontré en el camino algo que no esperaba, algo para lo que nadie te prepara: El más profundo, envolvente y ensordecedor silencio.

Es algo nuevo y diferente en donde se puede sentir todo, donde se puede escuchar todo… aquí se puede vivir todo.

Se siente diferente, se escucha diferente y se vive diferente, pero tan abismal silencio, como la distancia de la carta anterior, me ha enseñado lo que es específicamente un mundo nuevo, uno en el que caminar de mi lado, es más agradable, más adorable, más apreciable.

Apreciar con mis ojos lo hermoso que hay al rededor, aunque faltes tu.

Apreciar con mi tacto el decoroso pisar de mi caminar, aunque faltes tu.

Apreciar con mi olfato la esencia natural de aquellas que bailan a mi lado, aunque faltes tu.

Apreciar el detalle coqueto de mirarte cerrando los ojos, aunque faltes tu.

Caminar por esta muralla en completo silencio me ha hecho un ser diferente, un hombre diferente, un negro diferente… uno que camina en silencio, que vive en silencio y que siente en silencio, sabiendo que un día y en la mitad anteriormente citada, podrá hablar, podrá narrar, podrá gritar, podrá cantar, podrá…

Las escaleras, el andén, el vecindario y el altar siguen siendo fieles testigos que de negro sigo, de negro siento, de negro vivo, aunque sea en silencio.